Cerebros en automático
*Profesor asigna texto de 20 páginas*
Estudiante: “Chat GPT, por favor dame un resúmen de este texto.”
Como estudiantes, experimentamos de primera mano lo fácil que es depender de la inteligencia artificial (IA): tareas que antes nos habrían tomado horas, ahora se resuelven en minutos. Pero no somos los únicos. Hoy, la gran mayoría de la sociedad recurre a la IA, ya sea para crear itinerarios de viaje, buscar tus síntomas para intentar descubrir qué enfermedad podrías tener, buscar recomendaciones para comer o incluso para escribir y entender ideas complejas, etc.
Es interesante pensar cómo, de un día para otro, la IA provocó cambios tan drásticos en nuestra manera de vivir, trabajar y pensar. Pero esta nueva comodidad plantea una pregunta incómoda: ¿Nos estamos volviendo más eficientes… o simplemente más dependientes? ¿Está la IA volviéndonos más tontos?
Un nuevo estudio del MIT reveló que el uso de Chat GPT podría estar debilitando las habilidades de pensamiento crítico, especialmente entre los jóvenes. En el experimento, 54 participantes escribieron ensayos con distintas herramientas: unos con IA y otros sin ella. Quienes usaron IA mostraron la menor actividad cerebral, menor compromiso y menor originalidad, recurriendo cada vez más al copiar y pegar. Los ensayos fueron descritos como “sin alma” y sus autores recordaban poco de lo que escribieron. En cambio, los grupos que escribieron sin IA mostraron mayor creatividad, memoria activa y satisfacción personal. La autora del estudio, Nataliya Kosmyna, advierte que la dependencia a estos modelos podría afectar el desarrollo cognitivo a largo plazo, especialmente en cerebros en formación. Kosmyna urge a la sociedad a implementar una regulación responsable antes de implementar estas herramientas en entornos educativos.
Mientras el cerebro no es un músculo en sentido biológico (está compuesto principalmente por neuronas y células), se dice que “el cerebro es como un músculo” de forma metafórica: al igual que los músculos, mejora con el uso y se debilita con la falta de actividad. Ejercicios mentales como leer, resolver problemas o aprender cosas nuevas pueden fortalecer sus funciones con el tiempo. Al usar IA para resolver problemas, activamos menos regiones del cerebro, como destaca el estudio del MIT. Esto nos lleva a una pregunta inquietante: ¿qué pasa cuando dependemos tanto de la IA que nuestro cerebro deja de ejercitarse como antes?
Como cualquier otro músculo, un cerebro que no se ejercita empieza a perder agilidad. Donde antes ejercitábamos la creatividad, pensábamos por cuenta propia y tomábamos decisiones con autonomía, hoy delegamos mucho de eso a la IA. Nos volvemos poco a poco prisioneros del mismo progreso tecnológico que prometía liberarnos.
¿Entonces, qué? ¿Nos rendimos ante la comodidad y dejamos que las máquinas piensen por nosotros? ¿Aceptamos sin cuestionar esta nueva normalidad donde la autonomía se disuelve entre algoritmos? Tal vez la verdadera revolución no esté en lo que la IA puede hacer por nosotros, sino en lo que decidimos seguir haciendo por cuenta propia. Pensar, imaginar, equivocarnos, dudar, crear: esas siguen siendo formas de resistencia. En un mundo donde todo apunta hacia la eficiencia, detenerse a pensar podría ser el acto más humano —y más necesario— de todos…