Swipe right: Tu guía para encontrar el terapeuta ideal para ti
Buscar terapeuta es, en muchos sentidos, como buscar pareja.
Lo más probable es que, cuando se trata de una relación, ya tengas más o menos claro qué estás buscando… y en cuanto defines eso, todo se vuelve más fácil.
Con los terapeutas pasa lo mismo.
Hay diferentes enfoques, y cada uno trabaja distinto. No diría que uno es mejor que otro; más bien, un buen match depende del tipo de acompañamiento que estés buscando.
Así que acá te dejo una mini guía de los types terapéuticos, para que conozcas tus opciones y, con suerte, encuentres a alguien con quien hagas clic.
Terapia Cognitivo Conductual (TCC)
Si fuera chavo, sería el que tiene un Excel para todo.
Es estructurada, práctica y se enfoca en lo que te está pasando hoy.
Es de las terapias más conocidas hoy en día, y con razón.
La TCC identifica los pensamientos que te están haciendo sentir mal, los cuestiona y te ayuda a reemplazarlos por otros más realistas y funcionales.
Su premisa es: al cambiar pensamientos, cambias las emociones y conductas.
Se usa mucho para manejar ansiedad, fobias, ataques de pánico, adicciones o pensamientos obsesivos.
Ideal para ti si buscas resolver un tema puntual y quieres herramientas prácticas, metas definidas y una sensación de avance desde el principio.
Terapia Psicoanalítica o Psicodinámica
Es el chavo artsy que probablemente escucha Radiohead.
Este enfoque busca explorar la historia personal, las relaciones tempranas y el inconsciente (Piensa: Freud).
A diferencia de la TCC, que se enfoca en el presente, la terapia psicoanalítica pone el foco en entender el pasado y lo que hay detrás de lo que sentimos y hacemos.
Parte de la idea de que muchas de nuestras emociones y patrones vienen de experiencias pasadas, aunque no siempre las tengamos tan claras.
Su objetivo es hacer consciente lo inconsciente.
Suelen ser procesos más largos que los de TCC, y tradicionalmente el terapeuta habla poco, dejando que el paciente se exprese libremente (como en el estereotipo clásico de la persona acostada en un divan).
Es un proceso más introspectivo, y enfocado en comprender, no solo en resolver.
Terapia Humanista
El que recientemente se interesó por el yoga y probablemente tiene un golden retriever.
El objetivo de la terapia humanista no es solo eliminar el malestar, sino acompañarte a vivir una vida con más sentido.
Parte de la idea de que todas las personas tienen un impulso natural hacia el crecimiento personal, eso que Maslow llamó autorrealización, y que cuando se sienten en un entorno seguro, pueden avanzar hacia una vida más plena.
Dentro de esta corriente existen enfoques como la terapia Gestalt, la terapia centrada en la persona, la logoterapia y otras variantes experienciales.
Se trabaja desde una mirada integral, tomando en cuenta el cuerpo, la mente, las emociones, los valores y las relaciones. Y se prioriza la conexión entre terapeuta y cliente como motor de cambio.
Terapia Sistémica
El que quiere conocer a tus papás después de la primera date.
La terapia sistémica parte de la idea de que no existimos aislados, sino que formamos parte de distintos sistemas: familia, pareja, trabajo, amigos… y que nuestras emociones, pensamientos y comportamientos están profundamente influenciados por ellos.
Estudia cómo estas relaciones influyen (y a veces sostienen) ciertos malestares.
Puede trabajarse con grupos o de forma individual, y se enfoca en entender los roles que ocupamos, las lealtades invisibles o las dinámicas que repetimos sin darnos cuenta.
A veces, no basta con resolver algo a nivel individual si nuestro entorno sigue reforzando lo mismo. Por eso, este enfoque invita a ver el panorama completo: cómo nos relacionamos, qué patrones traemos y qué necesita moverse para que el cambio realmente se sostenga.
Entonces, ¿cuál es el mejor enfoque?
No hay uno que sea superior al resto, solo depende de qué buscas.
Así que en vez de elegir a alguien al azar, puedes empezar preguntando por terapeutas que trabajen con un enfoque que más se alinee con lo que necesitas hoy.
Y acuérdate que, como en una relación, la calidad de la terapia también depende de la conexión que se construya y de cuánto te permitas abrirte.
Esfuérzate por ser honesto, incluso si al principio incomoda.
Ahí es donde empieza el verdadero trabajo.